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lunes, 27 de febrero de 2012

Camino de Santiago, 13ª etapa




Hoy me levanto con la ilusión de llegar corriendo hasta Mérida y atravesar ese puente romano que tantos siglos ha visto ya pasar. ¿Habrá visto alguna vez una loca corriendo hacia Santiago?
Hoy es lunes, penúltimo día de mi puente, y voy a disfrutarlo haciendo unos cuantos kilómetros.
Aparco en Mérida, porque los horarios de autobús me vienen mejor hacer hoy al revés que otros días. Dejar el coche en la meta.
Espero en la estación el bus que me llevará hasta Torremejías, y desde allí partiré hacia el coche. La "jugada" me sale bien, porque me ahorro tener que esperar después en los andenes muerta de frío.
Mientras voy en el autobus veo trozos del camino por el que pasaré en unos minutos corriendo, y mirando por la ventana observo a un peregrino, lo cual me hace ansiar el ponerme ya en marcha.
El día está estupendo, demasiado primaveral. Eso me hace remangarme las mallas, porque al poco de empezar ya empiezo a notar los grados.
Al principio el camino transcurre paralelo a la carretera nacional, incluso a veces debo ir por el arcén. Pasan algunos coches, pero no es demasiado molesto porque a los pocos kilómetros me adentro ya en un sendero que me aparta bastante del ruido de los coches y del bullicio en la autovía, que se siente a lo lejos.
Nuevamente tengo que cruzar las vias del tren. Antes de ello me encuentro por fin con los primeros peregrinos. En este caso dos chicas alemanas. Me paro cin ellas para saludarlas y también para hacerme unas fotos. Me cuentan que vienen desde Sevilla y quellevan diez días caminando. Su meta es en Mérida. Una habla muy bien el castellano, la otra no. Y además van con muchas ampollas. ¡Pobrecillas, qué dolor! Miro mi reloj y según mis cuentas les quedan todavía algunos kms. así que llegarán medio muertas, tal y como una de ellas va arrastrando los pies.
Unos dos kilómetros más adelante veo y me cruzo con otro peregrino, va solo y su mochila debe pesar bastante. Lleva de todo. Le saludo al adelantarle pero no me paro porque la cuesta era tremenda y llevaba buen ritmo.
Algunos kilómetros de nuevo por carretera pero al momento me adentro de nuevo por carril. Por aquí los campos están sembrados y está todo más verde.
Y la verdad que se agradece, da más alegría y más vitalidad. Parece que te entra mejor el aire. aunque ya llevo pocas fuerzas, y más que por los kms. por la calor. Mucho tiempo sin sombra, pero bueno, ya me queda menos.
Hoy casi todo el tiempo es llano o bajando, a excepción de la cuesta en la que me encontré al peregrino. Los últimos kms son hacia abajo y eso me hace relajarme más y llegar mejor a mi destino. Cuando empiezo a ver Mérida a lo lejos, parece que las piernas cogen velocidad. Hoy no tengo prisa en llegar para coger el autobús. Llego cansada por la calor y la hora, pero con una felicidad inmensa por haber llegado, de coronar la meta de hoy. Me siento como esos romanos conquistando Emerita Augusta. Y ahí está el puente romano mirando mi hazaña y yo mirando sus piedras, su edad y oliendo su historia.
"Hac sono Mérida, cum meus pes pedis tu basis itaque spectare tu caelum, odor tu fabula itaque auscultare tu vita".

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