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viernes, 24 de febrero de 2012

Camino de Santiago, 12ª etapa



Hoy es viernes y comienza para mí y otros andaluces el puente de Andalucía. Mis planes son salir hoy y realizar la etapa Almendralejo-Torremejías. Y si me va bien, realizar mañana otra etapa más.
Cuando salgo del trabajo a las 2, cojo el coche y me encamino hacia Almendralejo. Hoy es primer viernes de cuaresma, y no me paro a comer. Hoy pica algo más el sol, pero pensando en el parón del final de la etapa tengo que ir con algo para no enfriarme cuando termine de correr.
Empiezo la etapa cuando no son más de las 3,30 de la tarde.
No hay nadie por las calles del pueblo, y parece que estoy sola en el mundo, pues no se escucha nada. Regreso por la carretera que me llevó el anterior día hacia la localidad y se me hace eterno ese tiempo, hasta alcanzar de nuevo el camino.
Hace calor, y tengo que remangarme las mallas, pues llevo puestas las largas y mis piernas con unos cuantos kilómetros ya necesitan aire fresco.
El camino no tiene apenas sombra, siento que los brazos se van tostando, y se hace pesado tanto tiempo bajo el sol sin una sombrita para cobijarme. Aprovecho para beber un poco de agua cuando llego a algún árbol con unos centrímetros de umbría. me sabe a poco, y no puedo pararme mucho pues me quedan algunos kms todavía.
El camino se hace cansino porque a veces es demasiado llano y demasiado recto, y no se ve el fin del sendero.
Según internet entre uno y otro pueblo hay unos 10kms. pero empiezo a comprobar que hay un error o que nuevamaente me he equivocado, al salir por la misma entrada que tomé a mi llegada a Almendralejo. Más adelante descubro que quizás tomando la salida posterior sí que me hubieran dado esa distancia, pero ya no sirve lamentarse. Mis piernas finalmente vuelven a hacer más kilómetros de los que mi mente había dictado en un principio, y claro, psicológicamente me mata.
La recta sigue y perdura y nunca veo el final. Se hace a su vez más cansado el transcurrir de cada metro. No paro de mirar el reloj, el tiempo, los kilómetros alcanzados,...y ya va escaseando el agua. Hace mucha calor, la cara me arde, los brazos se me están quemando,...las piernas me piden la meta, pero no llega, no llega el final de la etapa de hoy.
Ya he pasado de los 13 kms y sigo sin ver cerca el final. Me queda sólo un trago de agua, y decido aguantar para los últimos metros, que a mi parecer deben estar ya cercanos.
A lo lejos veo el pueblo, pero sé que aún me queda un buen rato de zancadas. Intento recuperarme y animarme a mi misma. He salido hoy. Estoy haciendo una nueva etapa. Ya he realizado en mi aventura mi objetivo inicial. Estoy corriendo porque quiero. Me gusta correr. Estoy disfrutando. La etapa de hoy también la voy a conseguir.
...Y con estos pensamientos me voy acercando a Torremejías, y ya veo más cerca las primeras casas. Cojo un atajo. Cruzo por debajo de las vías del tren. El camino realmente te indica que más adelante está la entrada al pueblo, pero ya mis piernas llevan 15kms, y creo que no hago trampa por entrar antes y atajar por una calle más abajo. Llego por fin a Torremejías.
Busco la parada del autobús. Me da tiempo a tomarme un café y una napolitana. Hoy me lo he merecido. Estoy muerta de cansancio, pero muy feliz. ¡Gracias Dios mío!

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