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sábado, 23 de junio de 2012

Camino de santiago 21ª etapa

No he podido dormir mucho, un pesado mosquito me ha estado dando la lata toda la noche, picándome aquí y allá y dejándome con varias ronchas en mi débil cuerpecito.
A las 5,30 consigo matarlo en un movimiento rápido de melena. La bofetada que le pegan mis pelos es la que había deseado darle desde las 12 de la noche.
A las 6 de la mañana se levanta mi compañero de habitación y le sigo la corriente. Ya estoy harta de cama, de dar vueltas en ella sin poder dormir. además quiero salir temprano para volver pronto a por el coche.
La etapa de hoy es de 12kms según internet, según marca después mi reloj sólo de 10kms. El caso es que debo llegar a Cañaveral.
A las 7 de la mañana hace fresquito, incluso parece que voy a necesitar una manga. Necesito pocos metros y poco tiempo para darme cuenta que no.
La ruta de hoy empieza con una señora cuesta, que para calentar no está nada mal. El camino está malísimo para correr e incluso andar. Es demasiado pedregoso y se van clavando las piedras en la planta del pie. Cuando llego a la ducha me daré cuenta de las consecuencias.
El camino transcurre por jaras.
A los 3kms me encuentro con mis amigas las vacas, que no tienen mejor camino que cruzarse con el mío. Van varios becerrillos y me tengo que esperar a que uno que es un poco torpe se decida a psar y seguir a la madre. Esto me hace perder unos minutos y mi buen ritmo matutino. Una vez que por fin se decide reinicio mi carrera.
El camino va señalado con postes de madera de la Junta de Extremadura pues coincide con un GR. Es fácil continuar el camino sin perderse a excepción de un tramo que se corta por las obras que hay del AVE. Hay que dar un pequeño rodeo y pasar por un ancho camino con tierra muy fina que al pisarla levanta una nube de polvo. Eso hace que mis zapatos, calcetines y piernas se transformen de color.
Hoy no me encuentro con nadie por el camino. Mis compañeros de albergue han salido después que yo, los veré a la vuelta.
Cañaveral se ve desde una distancia de 5kms antes de llegar. Por una parte te da alegría porque ves la meta, pero por otra se hace pesada pues parece que no llega nunca.
Hay que atravesar varias portelas, pero por suerte para mí, hoy no hay ganado suelto.
Antes de las 8,30 de la mañana llego a mi meta. La calor promete, pues si no fuera por el reloj que me marca la hora exacta, juraría que son más de las 11.
Busco un bar, todos están cerrados menos dos. En el primero no hay tostadas. El segundo está a un km. desde mi llegada al pueblo, o sea en la otra punta. Allí desayuno y los dueños se quedan admirados, pues me preguntan si voy haciendo el camino y al decirle que voy haciendo el camino corriendo alucinaron. Y también alucinan con mi reloj. Tres personas en este día se quedan maravillados con mi reloj. ¡Qué suerte la mía!
La vuelta atrás se hace más dura porque el calor aprieta pero voy ya relajada al saber que he realizado la etapa planificada. Llevo agua que me ha dado la señora del bar. No llevo prisa, pero voy a buen ritmo.
Por el camino me cruzo con mis compañeros de hospedaje y también con dos chicos de Bilbao que van con las bicis haciendo el camino de la Plata hasta Astorga.
La gran sorpresa llega cuando estoy casi arrancando el coche para volver a casa. Al llegar al albergue descanso un poco en la sombra y me bebo un refresco que tenía guardado a modo de "brindis" por la meta, y para reponer fuerzas. No me entretengo mucho, y pronto guardo las cosas en el coche para arrancar. Al montarme veo que llega la chica del albergue. No son aún las 12, hora de apertura. entro para que me selle la credencial, pues en el día anterior se me olvidó. Le pido permiso para entrar a lavarme las manos y caras y me ofrece ducharme. ¡Veo el cielo abierto! No sé cómo agradecérselo porque tardo en llegar a casa casi tres horas. Ducharme me sabe a gloria. Ir fresquita y limpia de vuelta a Aracena es todo un detalle. Así termina la etapa de hoy, con un sabor bastante dulce y reconfortante.

viernes, 22 de junio de 2012

Camino de Santiago 20ª etapa

Hoy es viernes 22 de junio, le dan las vacaciones a los escolares. Para celebrarlo me voy a seguir mi camino después de comer. Ha empezado el verano muy fuerte, con temperaturas bastantes altas.
Hoy mi ruta será desde el punto donde lo dejé el último día, a dos kilómetros aproximadamente del rio Almonte, del puente que hay en la N-630, hasta el albergue del embalse de Alcántara. En total son solamente unos 8kms. pero antes debo hacerlos andando para llegar al punto de salida.
Llego al albergue sobre las 6 de la tarde. Está situado en un lugar estratégico, en alto, desde donde se divisa río Tajo. Hay dos parejas y un hombre que no adivino a averiguar su nacionalidad. Es con el que me toca compartir habitación, pues a los matrimonios les dejan una habitación para ellos. El albergue está bien, los cuartos muy buenos, amplios y con sábanas limpias y nuevas.
Descanso un poco antes de empezar a correr, pues llego cansada del viaje y hace calor todavía.
El tramo de hoy es un poco pesado y feo porque transcurre la mayor parte por la carretera, y a excepción de las vistas de ambos ríos, se hace bastante pesado caminar por el asfalto con la dichosa calor.
Cruzar el río Tajo es toda una aventura porque si me pongo a pensar en la altura que tiene... El puente mide algo más de 600 metros de largo, y de altura no sé, pero procuro no mirar abajo, aunque es precioso.
Por la carretera me voy encontrando varias señales de flechas amarillas y también señales metálicas que avisan de peregrinos caminando por el arcén.
No llego a conseguir llegar al punto exacto donde lo dejé la última vez, se me hace tan pesado el caminito, y además me voy quedando sin agua y tengo que volver corriendo hacia el albergue. así que decido comenzar a correr. El calor es sofocante. No sé cuántos grados puede haber, pero son más de las 8,30 de la tarde y parece plena siesta.
El agua ya hace mucho tiempo que me sabe a sopa, por lo calentita que está. Ya no puedo beberla, pero me sirve para mojarme un poco. Tengo que racionarla bien porque apenas queda.
La sed y el agobio van creciendo sin parar. más aún al contemplar tanta agua alrededor y no poder ni tocarla. El acceso a esa masa líquida es tan difícil y tan alejada de la carretera que cualquiera hace esos metros de más para no poder beber. Aunque es difícil engañar a la mente cuando ven tus ojos tanta masa azul. A lo lejos pescadores y bañistas... ¡qué envidia me dan!
Procuro no pensar en el agua, porque cada vez tengo más calor y más sed.
Me paro de vez en cuando porque ya las piernas se niegan a obedecer mis órdenes. Encuentro una buena piedra en una hermosa sombra, y dejo posar todo mi ser en ella.
Hay un tramo que no puedo correr y decido andar un poco para recuperar fuerzas.
Cuando llego al puente del río Tajo lo atravieso corriendo, las pocas fuerzas que me quedan las voy consumiendo en esos metros. Después viene otra sombra y descanso de nuevo un poco. Ya son las 9, ya queda menos para llegar al albergue, aunque no recuerdo cuántas curvas había entre puente y carril, y mis esperanzas se renuevan cuando paso por un cartel que ya ví antes cercano al hospedaje, el "club Tajomar". Tienen un pequeño puerto con algunos barcos de recreo.
Sigo hacia delante y ya me encuentro con el carril que me lleva a la ducha, al agua fresquita y a la cama que me espera.
La etapa de hoy ha sido dura, y me deja sin fuerzas para desear salir de nuevo a la siguiente.