Translate

sábado, 17 de diciembre de 2011

Camino de Santiago, 8ª etapa

Hoy sábado aprovechando que mi amiga Carmen va a estar en Medina, decido ir a hacer la siguiente etapa, la que va desde Valencia del Ventoso hasta Medina de las Torres, y al finalizar la etapa ella me podrá llevar a mi coche.
Hace mucho frío, y voy abrigada. El viento es espantoso y hace que no entres en calor tan fácilmente.
Comienzo el camino, y me parece como los días anteriores, precioso. Los campos están verdes y llenos de luz. Hoy he comenzado la etapa más tarde y se nota que el sol calienta un poco más, aunque muy poquito.
Voy siguiendo las anotaciones del la web mundicamino, que la verdad me ayudan mucho. Aunque la primera cancela verde que dicen que me encontraré, ya no es verde, es negra. Voy con mucho cuidado para no perderme, porque mi cuñado junto con otro se perdieron con la bici por este tramo.
Cada vez me va gustando más por los sitios que voy pasando. El camino es una pasada.


Hoy he decidido que voy a dedicar mis oraciones de mi peregrinaje por mi familia, y con vuestro permiso, especialmente por mi hermana Mª Loli para que Dios le ayude en su nueva etapa. Bueno, no os he dicho, que cada vez que puedo voy rezando. No siempre puedo, porque a veces el cansancio me aturde. Hoy he podido, en algunas ocasiones.

Llego al río Bodión. Las indicaciones dicen que lo pase por las piedras. ¡Pero madre mía! qué difícil, es imposible. Lleva mucha agua y no sé por donde pasar. Me mojo un pie, me pincho con los juncos. Me vuelvo a pinchar con una zarza. Voy por la orilla buscando por donde pasar, ningún sitio veo adecuado. por fin me decido y me quedo sobre una piedra sin atreverme a dar el siguiente psao. Se me hace lejano el siguiente apoyo. después de mucho pensar, no sé si desatarme los zapatos y pasar descalza o buscar otra alternativa. El agua está congelada. Me decido y salto, y tengo suerte. He llegado a la siguiente piedra. Pero me vuelvo a encontrar con el mismo problema, aunque con una piedra diferente. Ahora es más chica y no me cabe el pie. No hay más remedio que mojarse. "¿Y si me resbalo y doy el culazo?" Llevo pocos kilómetros y sé que mojada no podré dar ni una zancada más. No lo pienso más y "¡allá voy!", he tenido suerte, ya voy llegando a la orilla.

¡Qué alegría verme en tierra firme. Busco la conchita que veía desde el otro lado de la orilla, y tanta alegría me da que me hago una foto con ella.


Tengo que pasar ahora una cancela, pero no soy capaz de abrirla. Encima pone que es una zona vigilada. ¡Madre, a qué todavía me detienen! No puedo abrir la cancela y tengo que saltarla. Apenas tengo fuerzas para auparme, pero finalmente lo consigo. A los 100ms vuelta a empezar, otra cancela. Pero esta vez se abre fácilmente.
Comienza una cuesta de "las malas". Debo dejar una casa a la derecha, ya ahí está la casa, pero dudo si debo seguir por el camino o pegarme más a la casa. decido seguir por el sendero marcado con rodadas de ruedas, y menos mal, no me equivoco. A los pocos metros la flechita amarilla.
La cuesta es tremenda, sigue y sigue y no acaba.

Por fin llego a un cruce de caminos y me encuentro con otra conchita. Las piernas se me han quedado flojas, de tanto subir, cuando comienzo a ver otra cuestecilla. Para colmo me sale un cerdo corriendo detrás mía. ¡Qué horror! Más no puedo apretar y el muy tontaina me obliga a ello porque no hay manera que pare de correr. ¿Quién los entrena? ¡Para mí quisiera yo esa fuerza! Le tiro varias piedras, y ya por fin me deja respirar.

Llego de nuevo a la vía férrea, aquella que crucé con María. Ya sé que me voy acercando al objetivo.
Comienza una bajada que me viene muy bien para descansar y reponer fuerzas. De nuevo llego a un río, pero antes tengo que pasar una valla, y no hay manera de abrirla. Tengo casi que arrastrarme para pasar por debajo.
Las piedras para vadear el río, muy sucio por cierto, están mejor que las del río Bodión, aunque claro, no tiene la misma belleza. al cruzar a la otra orilla, ya se´que me faltan sólo 3 kms. Llevo 8 y medio, y ya saboreo la meta.
No sabía yo que aquellos últimos kilómetros iban a ser tan pesados. comienza una cuesta que dura dos kms. Para colmo, el terreno varía, y está totalmente embarrado, con lo cual se pega a la suela del zapato y aumento varios centímetros. Además de subir, lo cual ya notan mis piernas, debo soportar la pegajosa arcilla que cada vez está más adosada a mis zapatillas y que voy notando por el peso. Se hace casi imposible correr, las mallas se me llenan de barro por todos sitios. Loas zapatos están asquerosos. Pero miro mi reloj y va quedando menos.

No se divisa ni una sola casa, solo campos. Da un poco de agobio no ver la meta en el horizonte a pesar de saber que vas por el camino adecuado, pero se te hace más eterno y más cansino.


Miro de nuevo el reloj, y la cuesta ya debe ir acabando, estoy llegando a los kilómetros previstos. Y tras una torre de la luz, diviso por fin el campanario y a su alrededor las casitas blancas y bajas de Medina. ¡Lo he conseguido, gracias Dios mío!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Camino de santiago, 7ª etapa


Hoy es miércoles, único día entre semana que no tengo "obligaciones". En Aracena está lloviendo, chispeando. Mando mensaje a mi hermano y en Segura no. Así que no me lo pienso y paso de la siesta y me visto decidida a ir a por mi 7ª etapa. aunque hago varios intentos, nadie me puede acompañar hoy. así que me voy nuevamente sola en mi coche.

Lo dejo aparacado justo en el sendero donde el día anterior habíamos trazado la meta.
La tarde está maravillosa, con mucho sol, y nubes lejanas. Nada que ver con la tarde en Aracena.

Me voy muy abrigada porque hace frío, aunque rápidamente me empieza a sobrar casi todo. Voy buscando el camino hacia la izquierda de la carretera a dos kms de mi coche, y por fin diviso la primera concha del día.
El sendero promete, pero pronto me veo sin saber bien hacia donde ir. Llego a una cancela en la que se puede leer "Los Cuchilleros" y coincide con mis datos, pero pasar la cancela tal y como indica la señal no me apetece mucho pues hay muchas vacas y todas mirándome, como queriendo saber si me decido o no a entrar, para salir ellas detrás mía supongo. Intyento abrir la cancela y con la misma la vuelvo a cerrar. ¡No soy tan valiente! Me las ingenio para poder llegar a la cancela que veo a unos 100 metros evitando las vacas. Me salto la pared, doy un rodeo, me vuelvo a saltar otra, y cuando creo haberlo conseguido me encuentro con una alambrada. Vuelvo a saltar por un tramo derruido. Y vuelvo a encontrarme con el mismo problema, más vacas, más vacas que me miran.

Me desespero. Veo que el sendero sigue en el horizonte. En ese horizonte entre vacas. pero lo siento, no puedo y decido volver sobre mis pasos para volver a la carretera y hacer hoy el tramo por ella.

Antes de volver hacia atrás pienso que quizás recortando campo a través en linea recta llegue a la carretera, y así lo hago. vuelvo a saltarme se un campo a otro por las paredes de piedras que los limitan. Menos mal que en Extremadura no hay demasiados campos vallados con alambradas, así es más fácil pasar.

Justo cuando llevo unos metros me encuentro con una señal amarilla que me indica que voy bien. Lo cual primero me da muchísima alegría y después me demuestra que la señal marcada en la cancela de "Los Cuchilleros" está equivocada, porque te hace creer que tienes que atravesar el campo. Y no es así, hay que coger hacia la derecha.

Llego al río Árdila, río que tenía anotado para traspasarlo. Se vadea por unas piedras y aprovecho mi alegría para hacerme unas fotillos sobre ellas.


Llego de nuevo a la carretera, ya ya sé que no hay pérdida, porque todo el trayecto es a través de asfalto, no hay otra opción marcada.
Paso por una ermita, muy blanca, muy bonita. Me ladran unos perros que están dentro de un campo, y yo sigo a lo mío, a dar una y otra zancada.

El final de la etapa se hace pesado porque termina en cuesta y es algo más de un kilómetro.

Como llego temprano al pueblo, Valencia del Ventoso, busco un bar para tomar un café. ¡Hoy me lo merezco! Le pregunto a unas mujeres dónde encontrar un bar. Me indican uno que me parece estar en el quinto pino. El gps me muestra que está tan solo a 300 metros. Se me hace eterno. Llego y está cerrado. No soporto la idea de quedarme sin un café, pues me dicen los vecinos asomados a sus puertas que si ese está cerrado, los demás tanmbién.

Al segundo sale la dueña del bar que va a abrirlo. Son las 6 de la tarde, hora de abrir-me dice ella. Luego me comenta que antes no va nadie.

Me tomo mi cafelito que me sabe a gloria. Le cuento a la mujer que he llegado corriendo y que necesitaba un café, además de agua, claro. Al contarle que estoy haciendo el camino, la mujer se ofrece para lo que necesite.

No me paro mucho, aunque la conversación es amena, porque debo volver al coche antes que anochezca, y ya son más de las 6.

Pienso volver andando, pero como la salida del pueblo ahora es cuesta abajo, me dejo caer, hasta donde llegue o hasta donde me canse. Sigo, sigo,...y ya decido volver todo el trayecto corriendo. Y menos mal, finalmente se me hizo de noche, pero ya veía mi coche de lejos.

Vuelvo en coche al pueblo, porque la mujer del bar me ha indicado que hay misa a las 7,30 y aún no he podido sellar mi credencial ningún día. Por el camino voy pensando que aunque aún es temprano, las 6,40h no me importaría quedarme a misa. Y así es como realizaría una etapa de peregrina total, con misa incluida. Llego a la iglesia y me indica un hombre que precisamente los miércoles no hay misa por la tarde, que son por las mañanas. "Mi gozo en un pozo". Ni misa ni sello en mi credencial.

De todas formas vuelvo contenta, he podido realizar una etapa más.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Camino de Santiago, 6ª etapa




Hoy estoy muy contenta, por fin voy a ir acompañada. Mi amiga y compañera María Serrano se anima a venirse conmigo.
Mi cuñado Manolo nos lleva a Segura de León. Nos vamos a las 9, para hacer la ruta tempranito. El día está bueno. Cuando llegamos hay algo de niebla, pero le da un encanto especial a toda la ruta.



El camino es precioso. Transcurre la mayoría del tiempo entre encinas, que están envueltas por la niebla. Nos hacemos fotos y salen geniales. Bueno al menos a mí me lo parecen.



Hoy la ruta es más larga que otros días, sobre 12kms, pero la mayoría del tiempo es bajando o llano, y por eso he animado a María para que se venga, porque sé que ella puede hacerlo.

Pasamos nuestra primera agonía a los 4kms. No sabemos muy bien si hemos cogido el camino adecuado. No hay señal y vamos subiendo. No me atrevo a decir nada, para no desanimar. Yo mismo voy notando el desánimo en mis piernas. Me cuesta mucho dar una zancada. Pero sigo sin comentarle nada a María. No puedo ni pensar estar subiendo equivocadamente. esta idea me va hundiendo, y no quiero dar muestra de mucha preocupación, pero tenemos que comprobar primero que no nos hemos equivocado.

Más adelante, cuando ya hemos subido bastantes metros, por fin nos encontramos la flecha amarilla que nos indica la dirección del Camino de Santiago, y nos certifica que vamos bien. ¡qué alegría dan verlas en el camino!

Nos encontramos con un hombre que primero se nos queda mirando y después nos pregunta si vamos a la dehesa. Nos hace gracia, por su particular tonillo. Ese que tienen los extremeños del sur. María ni se entera de qué ha dicho, piensa que es portugués. Y nos hace reir. Eso nos hace olvidar el mal rato que habíamos pasado unos kilómetros antes, y seguimos animadas sin parar de correr.



En un tramo de algunos metros hay una subida con muchas piedras sueltas. Mi cuñado ya me había avisado, y hay un momento que preferimos dar unos pasos andando. ¡Qué Santiago nos perdone!

El sendero se estrecha y vamos recorriendo una calzada, parece romana, pero creo que es más bien del terreno propio del lugar. Muy pedregoso. De hecho los campos tienen unas piedras enormes. Parece el pais de los picapiedras. Unos días después me vengo a enterar que por esos campos se grabaron algunos episodios de Curro Jiménez.


Ya vemos la vía del tren, la que va de Zafra a Huelva. Nos da alegría, mucha, porque sabemos que la meta de hoy está muy próxima a ella. Nos paramos a hacernos algunas fotos.

A los pocos metros, ya vemos a mi cuñado que lleva un buen rato esperándonos en su coche.

Gracias a los dos por acompañarme en mi sexta etapa.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Camino de Santiago, 5ª etapa

Hoy me toca realizar la etapa desde Fuentes de León hasta Segura de León. Realizo la etapa durante un día entre semana para aprovechar que mi hermano que está trabajando en Segura me acerque después a Fuentes, a por mi coche.
Hoy es una etapa corta, así que no creo que me vaya muy mal. Son pocos kms. La tarde se ha puesto muy fría, pero hace muchos días que dejé mi última etapa y ya no aguantaba más. Además debo aprovechar las ocasiones,...no sabemos qué pasará mañana.
Hago la salida justo al lado del bar donde me dieron agua. Comienza la etapa con una cuesta, que va dirigiéndome a la salida del pueblo. Las piernas se resienten un poco, por que es una mala salida, la de empezar con tanta subida. Sé que va a ser hoy menos distancia e intento tranquilizarme y mentalizarme que yo puedo hacerlo.
Salgo por fin del pueblo y voy buscando la ermita blanca de donde comienza el carril. No me gusta correr mucho por la carretera, y a pesar de no conocer el camino, prefiero meterme por él que ir por el asfalto. Al fin llego, y veo la primera conchita del día. Me hago una foto, como de costumbre, porque he tomado esa tradición, una foto con la primera conchita del día. salgo fatal en la foto, porque hoy tengo un ojo hinchado, me picó en la cama por la noche algo y he tenido el ojo medio cerrado todo el día. La foto horrorosa, pero queda para anécdota y para el recuerdo.


El camino me parece una maravilla, una preciosidad. Empiezo a acordarme de algunas personas a las que les gusta caminar y a las que sé que les encantarían acompañarme. Me da rabia no poder mostrarle la belleza de estos campos, el sendero, esas paredes de piedras tan bien dispuestas,...esos colores, mezclados con el color del horizonte, y con los olores del campo, del frescor, de las candelas...
Voy como embrujada, corriendo entre un bosque de pinos ahora, de olivos después...de encinas preciosas,...de perros que se oyen ladrar en lo lejano,... del silencio que me envuelve,...de la alegría de ver Segura de lejos, a sabiendas que de nuevo voy a ver cumplido hoy mi pequeño sueño, mi locura, mi quinta etapa,...estoy llegando a Segura y las piernas ya van solas.

Mi hermano me está esperando, lleva el pobre media hora pasando frío en el cruce. Viendo pasar coches y camiones, escuchando el ruido de los motores sin cesar, mientras yo he estado saboreando de otros sonidos, de otros olores,... que afortunada he sido, que afortunada me sigo sintiendo.
Mi hermano me acerca a ver dónde continua el camino, el que haré en mi siguiente etapa. Estoy tan feliz, que sé que será pronto.
Luego me lleva a su instituto, a su piso congelador,...y después a recoger mi coche a Fuentes. ¡Gracias Dios mío por los coches escobas que me das! Nos tomamos un café, precisamente en el bar ya anteriormente mencionado. Nos atiende esta vez el marido. hablamos con él, echamos un ratillo hablando de cosas. Mi hermano le explica qué estoy haciendo. Y yo sigo en mi nube, feliz...

sábado, 17 de septiembre de 2011

Camino de Santiago, 4ª etapa

Hoy es sábado, y me he levantado con ganas de correr. Me encamino con el coche hasta Cañaveral de León. La carretera está en obras y tengo que dar un rodeo para llegar. No me importa, estoy feliz. Casi está amaneciendo, es muy temprano, pero el día está fabuloso, sin una nube. Llego a Cañaveral, son las 9 de la mañana, creo que mucha calor no voy a pasar por la hora, con lo cual pienso que algo a mi favor ya tengo.
Me encamino hacia la carretera que va hacia Fuentes de León. Me esperan 8 apasionados kms. Comienzo a rodar suave, y al kilómetro escaso ya empieza la primera cuestecilla, larga y algo empinada. Empiezo ya a sudar y a pasar algo mal, pero por otra parte me llena de orgullo poder estar ahí, subiendo corriendo esa cuesta, haciendo mi particular camino. Sigo, sin mirar mucho al final de la cuesta. Me encuentro con un hombre, que va bajando, ¡qué suerte! Me saluda, y pienso :"dirá que estoy loca; ¿si él supiera?"...


Llego a un mirador, y me paro. Primero para recuperar algo de fuerza y segundo para contemplar las maravillosas vistas. Es preciosa mi sierra.



A pocos metros está el límite de provincia, no me lo puedo creer, estoy ya en tierras extremeñas. ¡Qué subidón! Encima empieza una cuesta abajo, ¡qué alegría!


La carretera es muy estrecha en algunos momentos, con curvas cerradas. Van pasando coches, se notan que son hombres que van al campo a trabajar. Me miran. No paran de mirarme cada uno. "¿Quizás se pregunten de dónde vengo? ¡Ay si supieran!"



La carretera sigue siempre igual, curvas cerradas, cuestas cortas, y otras más pesadas, algún rellano y vuelta a empezar. Voy con mi bote de agua, y me está viniendo bien. hoy al menos puedo ir bebiendo. aunque no estoy acostumbrada a llevar cosas en la mano cuando corro, es algo incómodo, pero a medida que van pasando los kms. se me va olvidando y molesta menos.
Miro una y otra vez el reloj, ya queda menos. Sé que habrá una gran cuesta al final del recorrido de hoy.
Dos kilómetros antes de llegar, empieza una cuesta pesadita, que no para. Veo las casas del pueblo, y parecen que en vez de acercarse se van alejando más. La cuesta sigue y no para, sus curvas me engañan, cada vez que pienso que ya llego se vuelven a desviar más. No veo el momento de llegar, se me hace "cuesta arriba", y nunca mejor dicho.
Ya voy llegando, aprieto un poco más. Ya me siento en la meta, ya queda poco,... ya veo el cartel de "Fuentes de León" y me hago una foto para demostrar que he llegado.

Voy andando hacia el centro del pueblo en busca de una fuente porque me he quedado sin agua. No encuentro ninguna. Le pregunto a una mujer y me dice que no hay, que no hay ninguna en el pueblo que eche agua. Le echo cara al asunto y entro en un bar, el único que veo abierto a las 10 de la mañana un sábado de septiembre. La mujer muy agradable, me llena el bote de agua fresquita y más cuando le digo que vengo desde Cañaveral corriendo y ahora tengo que volver a recoger mi coche.
La vuelta atrás la hago andando, pero no me resulta pesada. Vuelvo feliz de haber podido realizar una nueva etapa de mi locura.

domingo, 21 de agosto de 2011

Camino de Santiago, 3ª etapa

Hoy me he levantado temprano, y he decidido hacer la siguiente etapa, la que no pude terminar el día anterior. Me voy en el coche hacia Cañaveral de León. Cuando llego hay mucha gente en la calle. Algo ha pasado, pues no son ni las 10 de la mañana. "¿Será éste el percance de la etapa de hoy?"- me pregunto.
Hay guardias civiles y una ambulancia. Me temo algo malo. Me encuentro con una mujer de Aracena, que pasa unos días en su pueblo, en Cañaveral. Me cuenta lo sucedido. Un hombre mayor se ha suicidado en la laguna. ¡Pobre hombre!
Aunque está acordonado el paso hacia el camino que debo coger, paso sin que me vea nadie.
Empiezo a caminar hacia el punto donde me quedé el día anterior. El camino me gusta, porque se va alejando de la civilización y sólo se escucha los animales del campo. El campo está muy seco, se nota que es tiempo estival.
Sin embargo paso por un pequeño arroyo que lleva bastante agua. Más adelante me encuentro con una cancela abierta. Dentro las dichosas vacas. ¡Me da pánico! Pienso si no tendré un nuevo percance. Paso silenciosamente y sin quitarle ojo. "¿Quién deja una cancela abierta con vacas? También ese día el mismo miedo me hace rezar. "Más vale prevenir". Llego al punto de la salida de mi tercera etapa.
Empiezo a volver sobre mis pasos pero corriendo. Son más de las 11 de la mañana, al final se me ha hecho tarde y comienza a apretar la calor. Llevo agua, pero ya menos que al principio.
En ese momento me acuerdo de nuevo de las vacas. "¡Otra vez tener que pasar a su lado! ¡Dios mío que hayan cerrado la cancela!" No tengo esa suerte y la cancela sigue abierta. Dejo de correr por si acaso se asustan y paso andando. Me miran y yo las miro. Me viene bien el descansito pero hubiera deseado que no hubiera vacas. Paso de nuevo vigilando y preparada por si tengo que salir pitando. Miro las posibilidades de subirme a un árbol o saltarme una valla. Por fin me aparto de ellas y comienzo de nuevo a correr.
La calor se hace sofocante, apenas tengo agua y sé que me queda aún algún que otro km.
Ya veo el pueblo de lejos y me pongo contenta. Los últimos dos kms son cuesta arriba y ya las piernas notan los kms que llevo hoy. Menos mal que hay sombrita y voy recuperando un poco. Tengo que hacer ese trayecto más lento, pero ya no me importa porque sé que voy a llegar a la meta de mi tercera etapa.
Llego a Cañaveral, no antes sin la nueva amenaza de la mirada de una vaca que está al final del camino, pero dentro de un campo. Paso en plan valiente y sigo. Ya he llegado al pueblo.
Al llegar ya han vaciado la laguna y unos jóvenes están limpiándola. Me detengo en la fuente y me refresco. Atrás se quedan mis rezos por las vacas, mis rezos por el difunto y también algún que otro padrenuestro por mi familia y amigos.
Llego a mi coche de nuevo orgullosa y feliz por haber sumado unos kilómetros más a mi particular camino.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Camino de Santiago, 2ª etapa

Hace dos días empecé el camino. Tengo ganas de seguir, pero no sé cómo hacer con el tema de la vuelta. Aprovecho y mi cuñado Manolo se ofrece para llevarme al pantano que es donde dejé el día anterior. Él se lleva su bicicleta y decidimos que él hará el camino de vuelta en bici para cruzarnos y así me acompañará.
Empiezo a correr. Hace mucha calor. Hoy hemos salido más temprano y es axfisiante. Me pesan las piernas y empiezo a pasarlo mal. Me pongo a rezar para que sean más fáciles los pasos que voy dando y así distraigo a mi mente. Los primeros 4 kms son cuesta arriba. Llego a la primera conchita y me da mucha alegría llegar, pues también se acaba la cuesta y la carretera calurosa y empiezo a correr por carril. No llevo más que un km por el camino cuando llega Manolo en bici. Me da agua y bebo.
No puedo ni respirar, el sol me da de frente en toda la cara, no hay ni una sombra y los primeros kilómetros me han dejado KO. Manolo sigue a mi lado pedaleando, pero yo no puedo más. Y decido abandonar a los 5,600 m. No he podido llegar a Cañaveral, como era mi plan, pero no me importa, creo que lo importante era salir y he sumado unos kilómetros más. En la próxima etapa llegaré.
Me vuelvo andando hasta la conchita mientras que él vuelve a por el coche. Me fastidia un poco haberle hecho pedalear para nada. Pero no me derrumbo por no poder seguir.
Ya en la concha me hago una foto. Es la primera foto que me hago con uno de esos preciosos azulejos.

sábado, 6 de agosto de 2011

Camino de Santiago, 1ª etapa

Hoy es agosto, hace una calor importante, pero no dejo de darle vueltas a la idea de ir hacia Santiago de Compostela corriendo. Hace varios meses, un día que me fuí a entrenar al pantano, me encontré con el azulejo de una conchita, de las que te van guiando en el camino. Fue una sorpresa, porque no me lo esperaba. Hice el Camino de Santiago andando desde Sarria hace tres veranos, y desde entonces quiero hacer un tramo corriendo, al menos de 100kms.

Hoy me he decidido y sin pensarlo mucho me he preparado y cogido rumbo hacia Santiago.
Mi primera etapa es de 10kms. aproximadamente, desde Aracena hasta el pantano. Me voy por la carretera que va hacia Carboneras. Prefiero coger la carretera por si no puedo realizar mi sueño. El camino se hace fácil, la mayoría del tiempo es bajada. A unos dos kms de la meta empieza una cuesta que me hace pasar "las canutas", porque no me la esperaba y porque no llevo agua y hace mucha calor, a pesar de ser ya más de las 8 de la tarde. Cuando llego al cruce ya sé que me queda poco y que mi sueño se va a hacer realidad. Veo el pantano y mis piernas notan la felicidad que ronda por todo mi cuerpo. Me siento muy feliz, realmente estoy muy orgullosa. Lo he conseguido.
Llego al pantano y disfruto de las vistas, de ese agua tan tranquila, de esa paz en ese silencio tan inmenso.
Hay una pareja pescando en el puente, me miran extrañados. Debe ser por mi cara tan roja de tanta calor. Yo sin embargo, me siento estupendamente.
Mi amiga Carmen va en esta ocasión a buscarme en su coche. Como toda etapa del camino, siempre hay un percance y en esta ocasión sucede al final. Aparcamos el coche y nos hacemos algunas fotos para el recuerdo. Cuando de pronto vemos que el coche se ha movido, y se ha quedado atravesado en mitad de la carretera invadiendo el carril derecho. Salimos a correr y nos pegamos un buen susto, porque podía haberse caido al agua. Me da por pensar si no será eso una señal para que abandone mi aventura antes de que sea tarde y salga perjudicado alguien. ¡Dios dirá! Si Dios quiere haré la segunda etapa.