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domingo, 21 de agosto de 2011

Camino de Santiago, 3ª etapa

Hoy me he levantado temprano, y he decidido hacer la siguiente etapa, la que no pude terminar el día anterior. Me voy en el coche hacia Cañaveral de León. Cuando llego hay mucha gente en la calle. Algo ha pasado, pues no son ni las 10 de la mañana. "¿Será éste el percance de la etapa de hoy?"- me pregunto.
Hay guardias civiles y una ambulancia. Me temo algo malo. Me encuentro con una mujer de Aracena, que pasa unos días en su pueblo, en Cañaveral. Me cuenta lo sucedido. Un hombre mayor se ha suicidado en la laguna. ¡Pobre hombre!
Aunque está acordonado el paso hacia el camino que debo coger, paso sin que me vea nadie.
Empiezo a caminar hacia el punto donde me quedé el día anterior. El camino me gusta, porque se va alejando de la civilización y sólo se escucha los animales del campo. El campo está muy seco, se nota que es tiempo estival.
Sin embargo paso por un pequeño arroyo que lleva bastante agua. Más adelante me encuentro con una cancela abierta. Dentro las dichosas vacas. ¡Me da pánico! Pienso si no tendré un nuevo percance. Paso silenciosamente y sin quitarle ojo. "¿Quién deja una cancela abierta con vacas? También ese día el mismo miedo me hace rezar. "Más vale prevenir". Llego al punto de la salida de mi tercera etapa.
Empiezo a volver sobre mis pasos pero corriendo. Son más de las 11 de la mañana, al final se me ha hecho tarde y comienza a apretar la calor. Llevo agua, pero ya menos que al principio.
En ese momento me acuerdo de nuevo de las vacas. "¡Otra vez tener que pasar a su lado! ¡Dios mío que hayan cerrado la cancela!" No tengo esa suerte y la cancela sigue abierta. Dejo de correr por si acaso se asustan y paso andando. Me miran y yo las miro. Me viene bien el descansito pero hubiera deseado que no hubiera vacas. Paso de nuevo vigilando y preparada por si tengo que salir pitando. Miro las posibilidades de subirme a un árbol o saltarme una valla. Por fin me aparto de ellas y comienzo de nuevo a correr.
La calor se hace sofocante, apenas tengo agua y sé que me queda aún algún que otro km.
Ya veo el pueblo de lejos y me pongo contenta. Los últimos dos kms son cuesta arriba y ya las piernas notan los kms que llevo hoy. Menos mal que hay sombrita y voy recuperando un poco. Tengo que hacer ese trayecto más lento, pero ya no me importa porque sé que voy a llegar a la meta de mi tercera etapa.
Llego a Cañaveral, no antes sin la nueva amenaza de la mirada de una vaca que está al final del camino, pero dentro de un campo. Paso en plan valiente y sigo. Ya he llegado al pueblo.
Al llegar ya han vaciado la laguna y unos jóvenes están limpiándola. Me detengo en la fuente y me refresco. Atrás se quedan mis rezos por las vacas, mis rezos por el difunto y también algún que otro padrenuestro por mi familia y amigos.
Llego a mi coche de nuevo orgullosa y feliz por haber sumado unos kilómetros más a mi particular camino.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Camino de Santiago, 2ª etapa

Hace dos días empecé el camino. Tengo ganas de seguir, pero no sé cómo hacer con el tema de la vuelta. Aprovecho y mi cuñado Manolo se ofrece para llevarme al pantano que es donde dejé el día anterior. Él se lleva su bicicleta y decidimos que él hará el camino de vuelta en bici para cruzarnos y así me acompañará.
Empiezo a correr. Hace mucha calor. Hoy hemos salido más temprano y es axfisiante. Me pesan las piernas y empiezo a pasarlo mal. Me pongo a rezar para que sean más fáciles los pasos que voy dando y así distraigo a mi mente. Los primeros 4 kms son cuesta arriba. Llego a la primera conchita y me da mucha alegría llegar, pues también se acaba la cuesta y la carretera calurosa y empiezo a correr por carril. No llevo más que un km por el camino cuando llega Manolo en bici. Me da agua y bebo.
No puedo ni respirar, el sol me da de frente en toda la cara, no hay ni una sombra y los primeros kilómetros me han dejado KO. Manolo sigue a mi lado pedaleando, pero yo no puedo más. Y decido abandonar a los 5,600 m. No he podido llegar a Cañaveral, como era mi plan, pero no me importa, creo que lo importante era salir y he sumado unos kilómetros más. En la próxima etapa llegaré.
Me vuelvo andando hasta la conchita mientras que él vuelve a por el coche. Me fastidia un poco haberle hecho pedalear para nada. Pero no me derrumbo por no poder seguir.
Ya en la concha me hago una foto. Es la primera foto que me hago con uno de esos preciosos azulejos.

sábado, 6 de agosto de 2011

Camino de Santiago, 1ª etapa

Hoy es agosto, hace una calor importante, pero no dejo de darle vueltas a la idea de ir hacia Santiago de Compostela corriendo. Hace varios meses, un día que me fuí a entrenar al pantano, me encontré con el azulejo de una conchita, de las que te van guiando en el camino. Fue una sorpresa, porque no me lo esperaba. Hice el Camino de Santiago andando desde Sarria hace tres veranos, y desde entonces quiero hacer un tramo corriendo, al menos de 100kms.

Hoy me he decidido y sin pensarlo mucho me he preparado y cogido rumbo hacia Santiago.
Mi primera etapa es de 10kms. aproximadamente, desde Aracena hasta el pantano. Me voy por la carretera que va hacia Carboneras. Prefiero coger la carretera por si no puedo realizar mi sueño. El camino se hace fácil, la mayoría del tiempo es bajada. A unos dos kms de la meta empieza una cuesta que me hace pasar "las canutas", porque no me la esperaba y porque no llevo agua y hace mucha calor, a pesar de ser ya más de las 8 de la tarde. Cuando llego al cruce ya sé que me queda poco y que mi sueño se va a hacer realidad. Veo el pantano y mis piernas notan la felicidad que ronda por todo mi cuerpo. Me siento muy feliz, realmente estoy muy orgullosa. Lo he conseguido.
Llego al pantano y disfruto de las vistas, de ese agua tan tranquila, de esa paz en ese silencio tan inmenso.
Hay una pareja pescando en el puente, me miran extrañados. Debe ser por mi cara tan roja de tanta calor. Yo sin embargo, me siento estupendamente.
Mi amiga Carmen va en esta ocasión a buscarme en su coche. Como toda etapa del camino, siempre hay un percance y en esta ocasión sucede al final. Aparcamos el coche y nos hacemos algunas fotos para el recuerdo. Cuando de pronto vemos que el coche se ha movido, y se ha quedado atravesado en mitad de la carretera invadiendo el carril derecho. Salimos a correr y nos pegamos un buen susto, porque podía haberse caido al agua. Me da por pensar si no será eso una señal para que abandone mi aventura antes de que sea tarde y salga perjudicado alguien. ¡Dios dirá! Si Dios quiere haré la segunda etapa.