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sábado, 17 de diciembre de 2011

Camino de Santiago, 8ª etapa

Hoy sábado aprovechando que mi amiga Carmen va a estar en Medina, decido ir a hacer la siguiente etapa, la que va desde Valencia del Ventoso hasta Medina de las Torres, y al finalizar la etapa ella me podrá llevar a mi coche.
Hace mucho frío, y voy abrigada. El viento es espantoso y hace que no entres en calor tan fácilmente.
Comienzo el camino, y me parece como los días anteriores, precioso. Los campos están verdes y llenos de luz. Hoy he comenzado la etapa más tarde y se nota que el sol calienta un poco más, aunque muy poquito.
Voy siguiendo las anotaciones del la web mundicamino, que la verdad me ayudan mucho. Aunque la primera cancela verde que dicen que me encontraré, ya no es verde, es negra. Voy con mucho cuidado para no perderme, porque mi cuñado junto con otro se perdieron con la bici por este tramo.
Cada vez me va gustando más por los sitios que voy pasando. El camino es una pasada.


Hoy he decidido que voy a dedicar mis oraciones de mi peregrinaje por mi familia, y con vuestro permiso, especialmente por mi hermana Mª Loli para que Dios le ayude en su nueva etapa. Bueno, no os he dicho, que cada vez que puedo voy rezando. No siempre puedo, porque a veces el cansancio me aturde. Hoy he podido, en algunas ocasiones.

Llego al río Bodión. Las indicaciones dicen que lo pase por las piedras. ¡Pero madre mía! qué difícil, es imposible. Lleva mucha agua y no sé por donde pasar. Me mojo un pie, me pincho con los juncos. Me vuelvo a pinchar con una zarza. Voy por la orilla buscando por donde pasar, ningún sitio veo adecuado. por fin me decido y me quedo sobre una piedra sin atreverme a dar el siguiente psao. Se me hace lejano el siguiente apoyo. después de mucho pensar, no sé si desatarme los zapatos y pasar descalza o buscar otra alternativa. El agua está congelada. Me decido y salto, y tengo suerte. He llegado a la siguiente piedra. Pero me vuelvo a encontrar con el mismo problema, aunque con una piedra diferente. Ahora es más chica y no me cabe el pie. No hay más remedio que mojarse. "¿Y si me resbalo y doy el culazo?" Llevo pocos kilómetros y sé que mojada no podré dar ni una zancada más. No lo pienso más y "¡allá voy!", he tenido suerte, ya voy llegando a la orilla.

¡Qué alegría verme en tierra firme. Busco la conchita que veía desde el otro lado de la orilla, y tanta alegría me da que me hago una foto con ella.


Tengo que pasar ahora una cancela, pero no soy capaz de abrirla. Encima pone que es una zona vigilada. ¡Madre, a qué todavía me detienen! No puedo abrir la cancela y tengo que saltarla. Apenas tengo fuerzas para auparme, pero finalmente lo consigo. A los 100ms vuelta a empezar, otra cancela. Pero esta vez se abre fácilmente.
Comienza una cuesta de "las malas". Debo dejar una casa a la derecha, ya ahí está la casa, pero dudo si debo seguir por el camino o pegarme más a la casa. decido seguir por el sendero marcado con rodadas de ruedas, y menos mal, no me equivoco. A los pocos metros la flechita amarilla.
La cuesta es tremenda, sigue y sigue y no acaba.

Por fin llego a un cruce de caminos y me encuentro con otra conchita. Las piernas se me han quedado flojas, de tanto subir, cuando comienzo a ver otra cuestecilla. Para colmo me sale un cerdo corriendo detrás mía. ¡Qué horror! Más no puedo apretar y el muy tontaina me obliga a ello porque no hay manera que pare de correr. ¿Quién los entrena? ¡Para mí quisiera yo esa fuerza! Le tiro varias piedras, y ya por fin me deja respirar.

Llego de nuevo a la vía férrea, aquella que crucé con María. Ya sé que me voy acercando al objetivo.
Comienza una bajada que me viene muy bien para descansar y reponer fuerzas. De nuevo llego a un río, pero antes tengo que pasar una valla, y no hay manera de abrirla. Tengo casi que arrastrarme para pasar por debajo.
Las piedras para vadear el río, muy sucio por cierto, están mejor que las del río Bodión, aunque claro, no tiene la misma belleza. al cruzar a la otra orilla, ya se´que me faltan sólo 3 kms. Llevo 8 y medio, y ya saboreo la meta.
No sabía yo que aquellos últimos kilómetros iban a ser tan pesados. comienza una cuesta que dura dos kms. Para colmo, el terreno varía, y está totalmente embarrado, con lo cual se pega a la suela del zapato y aumento varios centímetros. Además de subir, lo cual ya notan mis piernas, debo soportar la pegajosa arcilla que cada vez está más adosada a mis zapatillas y que voy notando por el peso. Se hace casi imposible correr, las mallas se me llenan de barro por todos sitios. Loas zapatos están asquerosos. Pero miro mi reloj y va quedando menos.

No se divisa ni una sola casa, solo campos. Da un poco de agobio no ver la meta en el horizonte a pesar de saber que vas por el camino adecuado, pero se te hace más eterno y más cansino.


Miro de nuevo el reloj, y la cuesta ya debe ir acabando, estoy llegando a los kilómetros previstos. Y tras una torre de la luz, diviso por fin el campanario y a su alrededor las casitas blancas y bajas de Medina. ¡Lo he conseguido, gracias Dios mío!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Camino de santiago, 7ª etapa


Hoy es miércoles, único día entre semana que no tengo "obligaciones". En Aracena está lloviendo, chispeando. Mando mensaje a mi hermano y en Segura no. Así que no me lo pienso y paso de la siesta y me visto decidida a ir a por mi 7ª etapa. aunque hago varios intentos, nadie me puede acompañar hoy. así que me voy nuevamente sola en mi coche.

Lo dejo aparacado justo en el sendero donde el día anterior habíamos trazado la meta.
La tarde está maravillosa, con mucho sol, y nubes lejanas. Nada que ver con la tarde en Aracena.

Me voy muy abrigada porque hace frío, aunque rápidamente me empieza a sobrar casi todo. Voy buscando el camino hacia la izquierda de la carretera a dos kms de mi coche, y por fin diviso la primera concha del día.
El sendero promete, pero pronto me veo sin saber bien hacia donde ir. Llego a una cancela en la que se puede leer "Los Cuchilleros" y coincide con mis datos, pero pasar la cancela tal y como indica la señal no me apetece mucho pues hay muchas vacas y todas mirándome, como queriendo saber si me decido o no a entrar, para salir ellas detrás mía supongo. Intyento abrir la cancela y con la misma la vuelvo a cerrar. ¡No soy tan valiente! Me las ingenio para poder llegar a la cancela que veo a unos 100 metros evitando las vacas. Me salto la pared, doy un rodeo, me vuelvo a saltar otra, y cuando creo haberlo conseguido me encuentro con una alambrada. Vuelvo a saltar por un tramo derruido. Y vuelvo a encontrarme con el mismo problema, más vacas, más vacas que me miran.

Me desespero. Veo que el sendero sigue en el horizonte. En ese horizonte entre vacas. pero lo siento, no puedo y decido volver sobre mis pasos para volver a la carretera y hacer hoy el tramo por ella.

Antes de volver hacia atrás pienso que quizás recortando campo a través en linea recta llegue a la carretera, y así lo hago. vuelvo a saltarme se un campo a otro por las paredes de piedras que los limitan. Menos mal que en Extremadura no hay demasiados campos vallados con alambradas, así es más fácil pasar.

Justo cuando llevo unos metros me encuentro con una señal amarilla que me indica que voy bien. Lo cual primero me da muchísima alegría y después me demuestra que la señal marcada en la cancela de "Los Cuchilleros" está equivocada, porque te hace creer que tienes que atravesar el campo. Y no es así, hay que coger hacia la derecha.

Llego al río Árdila, río que tenía anotado para traspasarlo. Se vadea por unas piedras y aprovecho mi alegría para hacerme unas fotillos sobre ellas.


Llego de nuevo a la carretera, ya ya sé que no hay pérdida, porque todo el trayecto es a través de asfalto, no hay otra opción marcada.
Paso por una ermita, muy blanca, muy bonita. Me ladran unos perros que están dentro de un campo, y yo sigo a lo mío, a dar una y otra zancada.

El final de la etapa se hace pesado porque termina en cuesta y es algo más de un kilómetro.

Como llego temprano al pueblo, Valencia del Ventoso, busco un bar para tomar un café. ¡Hoy me lo merezco! Le pregunto a unas mujeres dónde encontrar un bar. Me indican uno que me parece estar en el quinto pino. El gps me muestra que está tan solo a 300 metros. Se me hace eterno. Llego y está cerrado. No soporto la idea de quedarme sin un café, pues me dicen los vecinos asomados a sus puertas que si ese está cerrado, los demás tanmbién.

Al segundo sale la dueña del bar que va a abrirlo. Son las 6 de la tarde, hora de abrir-me dice ella. Luego me comenta que antes no va nadie.

Me tomo mi cafelito que me sabe a gloria. Le cuento a la mujer que he llegado corriendo y que necesitaba un café, además de agua, claro. Al contarle que estoy haciendo el camino, la mujer se ofrece para lo que necesite.

No me paro mucho, aunque la conversación es amena, porque debo volver al coche antes que anochezca, y ya son más de las 6.

Pienso volver andando, pero como la salida del pueblo ahora es cuesta abajo, me dejo caer, hasta donde llegue o hasta donde me canse. Sigo, sigo,...y ya decido volver todo el trayecto corriendo. Y menos mal, finalmente se me hizo de noche, pero ya veía mi coche de lejos.

Vuelvo en coche al pueblo, porque la mujer del bar me ha indicado que hay misa a las 7,30 y aún no he podido sellar mi credencial ningún día. Por el camino voy pensando que aunque aún es temprano, las 6,40h no me importaría quedarme a misa. Y así es como realizaría una etapa de peregrina total, con misa incluida. Llego a la iglesia y me indica un hombre que precisamente los miércoles no hay misa por la tarde, que son por las mañanas. "Mi gozo en un pozo". Ni misa ni sello en mi credencial.

De todas formas vuelvo contenta, he podido realizar una etapa más.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Camino de Santiago, 6ª etapa




Hoy estoy muy contenta, por fin voy a ir acompañada. Mi amiga y compañera María Serrano se anima a venirse conmigo.
Mi cuñado Manolo nos lleva a Segura de León. Nos vamos a las 9, para hacer la ruta tempranito. El día está bueno. Cuando llegamos hay algo de niebla, pero le da un encanto especial a toda la ruta.



El camino es precioso. Transcurre la mayoría del tiempo entre encinas, que están envueltas por la niebla. Nos hacemos fotos y salen geniales. Bueno al menos a mí me lo parecen.



Hoy la ruta es más larga que otros días, sobre 12kms, pero la mayoría del tiempo es bajando o llano, y por eso he animado a María para que se venga, porque sé que ella puede hacerlo.

Pasamos nuestra primera agonía a los 4kms. No sabemos muy bien si hemos cogido el camino adecuado. No hay señal y vamos subiendo. No me atrevo a decir nada, para no desanimar. Yo mismo voy notando el desánimo en mis piernas. Me cuesta mucho dar una zancada. Pero sigo sin comentarle nada a María. No puedo ni pensar estar subiendo equivocadamente. esta idea me va hundiendo, y no quiero dar muestra de mucha preocupación, pero tenemos que comprobar primero que no nos hemos equivocado.

Más adelante, cuando ya hemos subido bastantes metros, por fin nos encontramos la flecha amarilla que nos indica la dirección del Camino de Santiago, y nos certifica que vamos bien. ¡qué alegría dan verlas en el camino!

Nos encontramos con un hombre que primero se nos queda mirando y después nos pregunta si vamos a la dehesa. Nos hace gracia, por su particular tonillo. Ese que tienen los extremeños del sur. María ni se entera de qué ha dicho, piensa que es portugués. Y nos hace reir. Eso nos hace olvidar el mal rato que habíamos pasado unos kilómetros antes, y seguimos animadas sin parar de correr.



En un tramo de algunos metros hay una subida con muchas piedras sueltas. Mi cuñado ya me había avisado, y hay un momento que preferimos dar unos pasos andando. ¡Qué Santiago nos perdone!

El sendero se estrecha y vamos recorriendo una calzada, parece romana, pero creo que es más bien del terreno propio del lugar. Muy pedregoso. De hecho los campos tienen unas piedras enormes. Parece el pais de los picapiedras. Unos días después me vengo a enterar que por esos campos se grabaron algunos episodios de Curro Jiménez.


Ya vemos la vía del tren, la que va de Zafra a Huelva. Nos da alegría, mucha, porque sabemos que la meta de hoy está muy próxima a ella. Nos paramos a hacernos algunas fotos.

A los pocos metros, ya vemos a mi cuñado que lleva un buen rato esperándonos en su coche.

Gracias a los dos por acompañarme en mi sexta etapa.