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viernes, 13 de enero de 2012

Camino de Santiago, 10ª etapa

Después de creer que esta etapa iba a ir de nuevo acompañada e incluso llevaría coche escoba para esperarnos en la meta de hoy, al final debo ir de nuevo sola. Hubo cambio de planes, y también cambio de día.
Me dispongo a hacer la etapa desde Zafra hasta Villafranca de los Barros. En total más de 18kms. Nunca he corrido tanta distancia y no sé si llegaré a la meta. No sé si seré capaz de recorrer tanta distancia sola y si mis piernas aguantarán tantos kilómetros.
Llevo hoy zapatillas nuevas, pues con las que corría antes resulta que no eran de running, aunque me las vendieron como tales. Mi última etapa me dañé las rodillas y todo fue de las zapatillas.
Empiezo por las calles de Zafra buscando la Torre de San Francisco desde donde sigue el camino de Santiago.
La tarde está estupenda porque no hace demasiado frío hoy. Se está nublando pero eso me viene bien porque creo que no me dará tanta calor. De hecho el camino no tiene árboles que den sombra, hubiera sido agotador con tanto sol encima.
El camino va siempre entre campos, casas y fincas. Por él transcurren muchas personas, unos que van a trabajar en esas tierras, otros a caballo, otro con sus perros...siempre me voy encontrando gente. Menos en los kilómetros intermedios que parece que voy sola en el mundo pues no se escuchan ni perros ni coches. La carretera se ha quedado alejada, y solo veo a mi alrededor vid.
Me llama la atención que durante este trayecto no me encuentro ningún azulejo de la concha. Sólo cuando recorro los últimos 4 kms. cerca de Villafranca, empiezo a ver esa maravilla plasmada en cerámica. ¡Qué alegría dar verlas!
Otra cosa curiosa es los dos pozos que me encuentro al lado del camino. Me asomo a uno de ellos y tiene agua. Son cuadrados y están abiertos.
Me viene un olor inmenso a margarita, y miro hacia la izquierda y observo un campo minado de flores. Parece que ha nevado pues está todo blanco cubierto de margaritas. Me recuerda a los campos en Aroche, que en enero ya empiezan también a florecer y se cubren los campos de un manto blanco.
Los primeros kilómetros se hacen siempre más pesados, pues mientras se va calentando el cuerpo el tiempo pasa pero no así los kilómetros.
No os he dicho que a tres kms de Zafra paso por Los Santos de Maimona. Por fin llego al pueblo que en mi anterior etapa tenía previsto llegar. Cruzo todo el pueblo y se me hace un poco pesado, pues no veo la hora de salir de él. La gente me mira, pues hay un entierro y van mucha gente por la calle. Me da un poco de corte pasar delante de todas esas personas, pero como voy siguendo la flecha, ésta te lleva siempre a la Iglesia del pueblo y para no perderme no busco otra opción. Cuando salgo del pueblo llevo casi cinco kms. Voy pensando en mi llegada a meta, en la hora, en si seré capaz de llegar,...Aún me falta mucho y prefiero seguir dando pasos a pensar tanto.
Las peores cuestas de hoy ya las he dejado atrás, con lo cual lo único que tengo que hacer es mantener un ritmo constante y seguir que el gps siga aumentando su kilometraje.
El sendero tiene rectas inmensas. Veo a lo lejos un ciclista que se acerca. Nos cruzamos y nos saludamos.
Durante el recorrido paso por dos antiguas y derruidas ermitas, bastante grandes. Me imagino que en tiempo tuvieron que ser importantes, para estar en el camino y para encontrarse en medio de la nada.
Sigo mirando el reloj y poco a poco voy llegando a los 10kms. Miro hoy mucho el reloj porque si llego antes de las 6,45h. podré coger el autobus que me lleve a Zafra donde he dejado mi coche. Si no es así tendré que esperar dos horas al próximo. Intento no obsesionarme con el tema y me concentro en sólo seguir dando pasos.
Mi objetivo ahora es llegar a un cruce en el que hay que cruzar las vias del tren, la carretera nacional y pasar por debajo de la autovía. Si llego allí, sé que llegaré a Villafranca. Si no mal recuerdo en internet indicaban que ese cruce está a 13kms y algo. Cuando voy llegando a esa suma de kilómetros llego justamente a ese cruce y me pongo muy contenta. Ahora sé que llegaré, aunque no sé si a la hora que quiero, pero eso ya no depende sólo de mí.
Toda esta ruta está muy bien señalada, no hay lugar al equívoco, así que me alegro y doy gracias a los encargados de ir señalando el camino.
Me voy quedando con poca agua, y mis piernas notan ya un cansancio especial, pero siguen moviéndose, aunque a veces no sé cómo.
Cruzo las vías del tren, llego a la carretera N-630. Voy corriendo por ella unos metros, hasta que se me indica que cruce a la derecha y que pase al carril que me llevará a Villafranca. Veo un cartel en la carretera que indica que se encuentra a tres kms. y tengo la tentación de seguir por la carretera para llegar antes, pues ya son más de las 6h. y según mis cálculos por el carril me quedan 4kms. Pero se me va rápido este pensamiento porque yo he venido a hacer el Camino de Santiago y no a coger atajos. Así que sin darme tiempo ni a pensar sigo por el sendero de tierra. Sé que tengo menos de media hora para hacer esos 4kms. Pero a la vez me relajo y pienso que es mejor disfrutar del momento y no pensar que pasará dentro de media hora. Así que empiezo a disfrutar sabiendo que gracias a Dios voy a conseguir una vez más realizar una ruta del camino corriendo, y sin saber cómo aún, mis piernas van a soportar una cifra que jamás antes había superado, 18,440 kms. Ya se ve Villafranca de lejos. El cielo está nublado pero el sol ilumina todas las casas, y como si pareciese algo divino, "veo la luz al fondo". De pronto me veo una cuesta inmensa de larga y de las que van subiendo lentamente. De las que te dejan ya caos. Tengo que parar unos segundos para tomar aire. Bebo. Ya sólo me queda un trago de agua. Respiro profundamente y pienso "¡eso está hecho!". Empiezo a subir y cuando llego de nuevo a un llano intento apretar un poco más. "Tengo que llegar, tengo que llegar". Son las 6.20h. y ya veo las primeras calles, y a lo lejos el cuartel. Sé que la parada de autobuses está cerca. Cruzo la carretera, la rotonda, y me encamino hacia la primera calle del pueblo. No quiero parar de correr hasta que no pise la primera acera que me encuentre. ¡Por fin he llegado! Estoy pisando la acera.
Pregunto a varias niñas por la estación y me indican. Al momento se me acerca un ciclista y me pregunta: "¿qué problema tienes?" Y al mirarme me dice sorprendido:"¡Tú eres la que me he cruzado corriendo!" Le contesto que sí que soy yo y que quiero ir a la estación. El chico me indica y me dice que está a 500 metros. Salgo a correr, porque ahora sí que no quiero perder el autobus por nada del mundo. El chico está como yo, que aún no me lo creo. Estoy realmente sorprendida. Y muy, pero que muy contenta. ¡Gracias Dios mío!

miércoles, 4 de enero de 2012

Camino de Santiago, 9ª etapa



Han pasado ya muchos días desde mi última salida, entre unas cosas y otras no he podido continuar mi camino. Hoy decido seguir y me levanto con ganas de correr y de hacer una buena rodada. Quiero llegar hasta Los Santos de Maimona, así que me esperan 13 kms de aventura.
Salgo desde Medina de las Torres. Llego ya cansada, no sólo por el viaje y la carretera, sino porque hoy que estoy de vacaciones y es día laboral he decidido sellar mi credencial por los pueblos que he ido pasando anteriormente, ya que en ninguno de ellos conseguí que me pusieran el sello. ¡Por fin lo consigo! Aunque en algún lugar fue más difícil que en otro, al menos llego a la salida de hoy con la credencial al día.
Sobre las aceras me empiezo a encontrar las primeras señales. Me desvío de las recomendaciones que he visto por internet, puesto que las señales me alejan de la carretera. Más adelante me daré cuenta de mi error, pues cojo ruta equivocada.


A la salida del pueblo pregunto a unos hombres que pasean bajo el sol radiante casi primaveral del 4 de enero del 2012. Me indican hacia un sendero que va paralelo a la vía del tren.
El camino hoy es feo, seco, sin apenas árboles por no decir que casi ninguno.
Las vías del tren siguen a mi lado, pero hoy nos separa una malla.
Se escuchan de lejos los coches que van por la carretera que conduce hacia Puebla de sancho Pérez y Zafra. Pienso en la tranquilidad del campo y de la paz que respiro alejada del ruido de esos motores.
Llego a una bifurcación, no veo ninguna señal hoy, ni una sola flecha amarilla ni azulejo de concha. Decido seguir paralela a la vía del tren, sé que tarde o temprano llegan a Zafra.
A lo lejos cuando llevo 5kms veo un pueblo. Medina de Zafra está a 8 o 9. Pienso que es Zafra y me pongo contenta, pues voy a buen ritmo.
Mis rodillas van fatal, me duelen mucho y el dolor se hace cada vez más intenso. Tanto que estoy deseando llegar a Zafra y terminar por hoy la etapa. Se me hacen muy duros cada uno de mis pasos, porque cada vez me duele más y aguanto menos el dolor. Adios a la opción primera de llegar a Los Santos. Eso implica que mi próxima ruta será horrorosa de dura.
Y mientras voy pensando en estos pésimos sentimientos y en la desilusión de tener que para antes de los previsto, voy acercándome al pueblo. Pero a medida que me voy acercando no se me parece en nada a Zafra.
Mis presentimientos se hacen realidad cuando llego al pueblo y veo las primeras casas. Se trata de Puebla de Sancho Pérez, y no de Zafra. ¡Qué desilusión más grande! porque las rodillas me duelen muchísimo.
Pregunto a un hombre cómo llegar a Zafra por el camino de Santiago y me indica hacia la dirección que yo traía. Se me hace un mundo volver hacia atrás para tomar la calle que me ha indicado. No estoy para volver ni para intentar atajar caminos intentando orientarme entre las calles de un pueblo que desconozco, así que decido continuar por la carretera hacia la salida hacia Zafra. Eso supone hacer una vuelta tremenda y realizar más kilómetros de los debidos. Mis rodillas protestan,...y lo hacen con razón.
Cuando por fin llego a la salida del pueblo dirección Zafra veo varias señales en la carretera que me indican que siga por esa vía. Después ya en casa compruebo por mi cuñado y también por internet que no es esa ruta.
Hay dos kilómetros entre un pueblo y otro, pero a mí me parecieron la maratón. No veía la hora de llegar, y parecía que me alejaba en vez de acercarme.
De nuevo llego a una bifurcación y le pregunto a un hombre que va en bici cuál debo coger para llegar antes a la plaza de toros. Sigo las indicaciones y continúo corriendo.
Ya casi llegando a las primeras calles del pueblo me alcanza un hombre corriendo y al explicarle mi aventura y mi necesidad de llegar a la plaza de toros, me acompaña gentílmente y me va dando conversación durante esos minutos que vamos juntos. Se me hace así menos pesada mi llegada a la meta de hoy. ¡He llegado a Zafra, aleluya por mis rodillas!