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viernes, 22 de junio de 2012

Camino de Santiago 20ª etapa

Hoy es viernes 22 de junio, le dan las vacaciones a los escolares. Para celebrarlo me voy a seguir mi camino después de comer. Ha empezado el verano muy fuerte, con temperaturas bastantes altas.
Hoy mi ruta será desde el punto donde lo dejé el último día, a dos kilómetros aproximadamente del rio Almonte, del puente que hay en la N-630, hasta el albergue del embalse de Alcántara. En total son solamente unos 8kms. pero antes debo hacerlos andando para llegar al punto de salida.
Llego al albergue sobre las 6 de la tarde. Está situado en un lugar estratégico, en alto, desde donde se divisa río Tajo. Hay dos parejas y un hombre que no adivino a averiguar su nacionalidad. Es con el que me toca compartir habitación, pues a los matrimonios les dejan una habitación para ellos. El albergue está bien, los cuartos muy buenos, amplios y con sábanas limpias y nuevas.
Descanso un poco antes de empezar a correr, pues llego cansada del viaje y hace calor todavía.
El tramo de hoy es un poco pesado y feo porque transcurre la mayor parte por la carretera, y a excepción de las vistas de ambos ríos, se hace bastante pesado caminar por el asfalto con la dichosa calor.
Cruzar el río Tajo es toda una aventura porque si me pongo a pensar en la altura que tiene... El puente mide algo más de 600 metros de largo, y de altura no sé, pero procuro no mirar abajo, aunque es precioso.
Por la carretera me voy encontrando varias señales de flechas amarillas y también señales metálicas que avisan de peregrinos caminando por el arcén.
No llego a conseguir llegar al punto exacto donde lo dejé la última vez, se me hace tan pesado el caminito, y además me voy quedando sin agua y tengo que volver corriendo hacia el albergue. así que decido comenzar a correr. El calor es sofocante. No sé cuántos grados puede haber, pero son más de las 8,30 de la tarde y parece plena siesta.
El agua ya hace mucho tiempo que me sabe a sopa, por lo calentita que está. Ya no puedo beberla, pero me sirve para mojarme un poco. Tengo que racionarla bien porque apenas queda.
La sed y el agobio van creciendo sin parar. más aún al contemplar tanta agua alrededor y no poder ni tocarla. El acceso a esa masa líquida es tan difícil y tan alejada de la carretera que cualquiera hace esos metros de más para no poder beber. Aunque es difícil engañar a la mente cuando ven tus ojos tanta masa azul. A lo lejos pescadores y bañistas... ¡qué envidia me dan!
Procuro no pensar en el agua, porque cada vez tengo más calor y más sed.
Me paro de vez en cuando porque ya las piernas se niegan a obedecer mis órdenes. Encuentro una buena piedra en una hermosa sombra, y dejo posar todo mi ser en ella.
Hay un tramo que no puedo correr y decido andar un poco para recuperar fuerzas.
Cuando llego al puente del río Tajo lo atravieso corriendo, las pocas fuerzas que me quedan las voy consumiendo en esos metros. Después viene otra sombra y descanso de nuevo un poco. Ya son las 9, ya queda menos para llegar al albergue, aunque no recuerdo cuántas curvas había entre puente y carril, y mis esperanzas se renuevan cuando paso por un cartel que ya ví antes cercano al hospedaje, el "club Tajomar". Tienen un pequeño puerto con algunos barcos de recreo.
Sigo hacia delante y ya me encuentro con el carril que me lleva a la ducha, al agua fresquita y a la cama que me espera.
La etapa de hoy ha sido dura, y me deja sin fuerzas para desear salir de nuevo a la siguiente.

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