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sábado, 28 de abril de 2012

Camino de Santiago 16ª etapa

Nos despertamos en el albergue muy temprano, típico de los peregrinos. Algunos salen a caminar antes del amanecer. Yo hoy no tengo tanta prisa, y aunque nos levantamos a las 7 de la mañana voy tranquilamente haciendo las cosas.
En los amaneceres del camino de Santiago, lo que más se suele escuchar son los pasos que dan los caminantes, en medio de esos senderos aún sin clarear, algunos pájaros que despiertan y a veces, el traqueteo de los bastones sobre la tierra que nos espera, ...que esperan nuestros pasos.
Salgo del albergue en busca de un café. Hoy está todo cerrado hasta las 9 de la mañana, por ser sábado. Sólo está abierta la gasolinera, así que dirijo mis pasos hacia allí y desayuno tranquilamente. Me encuentro de nuevo al italiano, que ya ha terminado de tomar su café y se prepara con su mochila para comenzar a caminar rumbo Cáceres. Nos despedimos con un "arivederci", aunque sé será difícil volvernos a ver, pués ellos me llevan una etapa de ventaja.
Me preparo yo también para comenzar a correr aunque antes he de llegar a Alcuéscar andando. La etapa de hoy es Alcuéscar-Aldea del Cano. Como ya expliqué en mi anterior entrada, esta etapa debería haberla hecho antes, pero para organizarme con los horarios de bus, decidí cambiar el orden.
El día está muy nublado. Me encuentro con los peregrinos de Tarragona y nos hacemos una foto para el recuerdo.

Comienzo a andar hacia Alcuéscar y sé que me restan unos 16kms para comenzar a correr. No me agobia mucho la idea de tanta distancia pues voy en plan tranquila y sé que tengo todo el día para acabar la etapa, aunque según mis previsiones antes de las 2 creo que estaré en el coche para descansar y tomarme un día de reposo.
Se anda muy bien, son las 8,30 de la mañana y como hace fresquito me encanta el paseo. Por el camino me encuentro a varios peregrinos que van dirección contraria a mí. Nos saludamos con el "buen camino" que tantas veces se escucha por Galicia. Me sorprendo al ver que todos, la gran mayoría son extranjeros. de todas las edades y de paises diferentes. La noche anterior me contó el italiano que había coincidido con dos lituanas y dos sudafricanos.

En esta zona hay muchos milienarios. Al ir para allá andando me detengo para contemplarlos bien, pues sé que coriendo sólo los miraré desde el sendero.         
                                                                 


El camino es muy bonito y voy contemplando ahora lo que después corriendo no podré observar con tanto detenimiento.
 

Sin apenas darme cuenta llego al pueblo Casaas de San Antonio, que está entre Alcuéscar y Aldea del Cano. Aproximadamente es la mitad del recorrido. A la entrada del mismo coincido con un gran grupo de peregrinos, todos extranjeros. Pierdo un poco la señal del camino y le pregunto a uno de ellos, pero no me entiende. Se nota que mi inglés es muy bueno.
Más adelante en una de las calles de la localidad una señora muy mayor, (o al menos a mí me lo parece), va caminando con su mochila y sus baastones, dando unos pequeñísimos pasos pero constantes. Le pregunto por el camino hacia Alcuéscar y me señala hacia delante. Pero no me debo enterar muy bien, porque pierdo las señales y me veo caminando por la carretera N-630, una vez más.
Alcuéscar se ve a lo lejos, pero voy notando como cada vez me voy retirando y separando más del pueblo. Comienza el agobio del día. sigo caminando por la carretera sin saber a ciencia cierta si me llevará al pueblo, pues cada vez lo veo más retirado hacia mi izquierda, cuando según internet, debo encontrármelo de frente si voy por el camino correcto.
Empieza a llover, y mis ánimos empiezan a deteriorarse un poco. Más que nada por no saber a dónde me conduce el asfalto que piso. Para animarme un poco me tomo el plátano que llevo en uno de mis bolsillos, y así nutrirme un poco.
Intento parar a algún coche para informarme bien. Pero claro está, de nuevo como ayer, no tengo mucha suerte.

Cuando ya me he duchado bien, y voy fresquita, veo que viene una grúa y le hago señales para que pare. El buen hombre se apiada de mí, pues no sólo me informa sino que se ofrece para llevarme al cruce. Me indica que desde allí puedo ir andando a Alcuéscar, son unos 3kms.



Llego por fin al pueblo, muy mojadita, con los pies algo mojados y con unas ganas de un café calentito. Pienso que ya ha pasado lo peor. Atrás se quedan los coches pasando a toda velocidad y salpicándome, las zancadas sin rumbo, y la desesperación de no saber dónde estoy.
Entro en el primer bar que veo y me tomo un café con una barrita energética que llevaba en el bolsillo. Coincido allí con dos peregrinos más. Sus mochilas son gigantescas. Antes de terminar mi café salen bajo la lluvia. Uno de ellos se enciende la pipa y camina fumando serenamente. ¡No había visto aún un peregrino fumando pipa!
No para de llover. Aunque eso no me preocupa. Tampoco los 16kms que me quedan para llegar a la meta de hoy.

El camino empieza al lado del albergue. La portada me resulta bonita, y le hago una foto, con la cruz típica del camino. Este albergue es un convento y se dedican no sólo a atender a los peregrinos, sino también a personas con discapacidad.

Comienzo a correr y la lluvia sólo dura unos segundos. Deja de mojarse la tierra e incluso a veces sale el sol.



El camino está muy embarrado y a veces resbala bastante. En algunos tramos debo dar pasos andando porque no se puede correr con tanto barro.




En los campos me cruzo con ganado que sin molestarse me miran tranquilamente. Hoy me siento un poco más segura que el día anterior con los perros, pues hoy tan solo veo uno en el camino y está tan a gusto que ni me mira.
Cuando llego a Casas de San Antonio tomo varias fotos del puente que hay en la entrada, me parece tan bonito. Va caminando una peregrina delante mía, y también es extranjera.

Entre el trayecto de Casaas de San Antonio y Aldea del Cano me encuentro con un precioso puente con calzada romana. Cuando lo cruzo rezo un padrenuestro por todos los que me apoyáis en mi hazaña. No lo planifico, simplemente me viene esa idea a la cabeza, y entonces comencé a cruzarlo rezando.



Una vez que ya he alcanzado más de 10kms y que comienzo a ver de lejos Aldea, el recorrido se hace mucho más corto, a pesar de terminar en subida. Se sube sin apenas esfuerzo, como si no hubiera andado nada en la mañana. La alegría de saber que un día más llego a la meta sin problemas, sana y salva, hace que aprietes más para subir y realizar los últimos pasos de la etapa 16ª. Chispea un poco, pero ya la meta se ha alcanzado.

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