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viernes, 27 de abril de 2012

Camino de Santiago 15ª etapa

Hoy es viernes 27 de abril y comienza para muchos el puente del 1 de mayo, que afortunadamente puedo disfrutar. Y que mejor opción que seguir el camino de Santiago y aprovechar estos días para recorrer algunos kilómetros más.
Como dice el refrán: " El hombre propone y Dios dispone"...nunca mejor dicho. Aunque llevaba planificada mis etapas, a veces surgen cosillas que una no se espera, pero bueno, que se le va a hacer. Todo peregrino sabe que el camino a veces se hace cuesta arriba.
Esta etapa debería haber sido la 17ª, pero por motivos de enlaces con autobuses y del tiempo me dispongo a cambiar el orden de algunas etapas, es la mejor opción que tengo para poder correr al menos tres días.
Salgo hacia Aldea del Cano en coche a las 3 de la tarde. El día está muy nublado e incluso a veces llueve. Llego al pueblo sobre las 5h. He decidido dormir en el albergue del pueblo. Para mi sorpresa, cuando llego no tengo que pagar. Resulta que unas francesas han pagado y se han ido, no les gustó el sitio, y me dan uno de sus tickets. En el albergue hay ya varias personas y sólo dos camas vacías, una la pillo yo y la otra la coge un chaval que llega después.
Dejo las cosas y me preparo para hacer la etapa de hoy. Si no tardo mucho cogeré el bus de vuelta a las 19,35h. que pasa por Valdesalor, pueblo donde se hallará la meta de hoy.


El camino se hace muy fácil porque prácticamente es llano todo el recorrido. Hay algunos pequeños charcos, pero sin importancia. El clima perfecto porque no hace calor y se va muy bien corriendo. se me olvidó coger mi bote de agua y no podré beber nada hasta que no llegue al pueblo.

Paso por varios campos con rebaños de ovejas y me ladran de lejos y dentro de las fincas los dichosos perritos. Voy tranquila porque están dentro. Lo que no me esperaba fue cuando un perro enorme me salió al sendero a ladrarme con todo su genio. El perro tipo mastín era enorme y tuve que pararme para no pasar por su lado corriendo y evitar así que de un bocado me quite la celulitis de una de mis piernas o quizás de las dos. Cojo un palo grande; (tal y como aconsejan en las web del camino), para intimidar un poco. dió resultado, pues aunque seguía ladrando no se acercó a mí.
Cuando me alejo unos metros de él, sigo corriendo a mi ritmo.
Al poco tiempo se ven las primeras casas de Valdesalor y ya sé que voy a cumplir de nuevo una etapa.






Cerca del pueblo hay un puente precioso con calzada romana. Parece que estoy metida en una maqueta, correr por él me transporta a siglos pasados y no puedo dejar de pensar la cantidad de personas diferentes que habrán cruzado y pisado las mismas piedras que ahora piso yo.

Llego finalmente al pueblo y busco un bar para tomar un café y beber agua. La tarde se ha enfriado mucho, y se ha puesto muy oscura, parece que va a caer el diluvio. Me abrigo y busco un bar.
Por lo visto hay dos, pero ninguno de ellos está abierto.
Veo que el ayuntamiento está abierto, a pesar de ser las 18,20h de la tarde. Entro para preguntar y asegurarme sobre el autobus que pasa por las tardes. La chica que me atiende, no tiene ni idea. Y tampoco en la parada, fría y congeladora, existe ningún cartel que indique los horarios. Bueno sí, para no ser mentirosa, hay un cartel con los horarios pero está medio arrancado y lo poquito que queda ya de él está comido por el sol. ¡En España siempre informamos de lujo!
Sin café y sin información me siento en la desolada parada a esperar que el reloj marque las 19,35h.
Ni que decir tiene que en más de una hora allí esperando me dió tiempo a estirar, a pensar, a cantar, a llamar por teléfono, y a aburrirme de lo lindo. A también y muy importante a morirme de frío. Las uñas las tenía moradas, ya no sabía en que postura sentarme, el frío era horroroso.
No me desespero mucho, la verdad, porque "sana con gusto no pica", y tampoco consiento a mi cabeza en esos momentos que me desmoralice y me quite la "felicidad" que siento de poder estar allí, de poder estar durante el finde haciendo lo que quiero hacer,... correr.
Dice un salmo "Hay tiempo para todo, tiempo de espera, tiempo de recibir, tiempo de cosechar, tiempo de segar..." Y yo intento aplicarme esta tarde estos versículos para no deprimirme...y para concentrarme que nada pasa por casualidad.
Llegan varias personas por la parada y pregunto de nuevo por la hora del bus para asegurarme. Me afirman que pasa a la hora dicha.
LLega la hora y cada vez tengo más frío. Ha empezado a llover a cántaros y me refugio en la parada del agua, aunque no del frío.
Ya se acerca el bus, y me pongo de pie muy contenta. Pero el bus pasa de largo y me deja allí tirada. el conductor ni me mira, y me entra una angustia y una rabia que me impide gritar y chillar, ¡qué cabreo más grande! Me entran ganas de todo, y claro sabiendo que llevo allí más de una hora esperando para nada, que ya son cerca de las 8 y que estoy a once kilómetros de mi coche y del albergue...no me queda otra que ponerme a andar bajo la lluvia, con más penurria, más enfado y con más frío.
Cuando mi reloj empieza de nuevo a marcar los metros, los dos primeros kilómetros se me hacen eternos. Tengo tanto frío que no puedo ni andar, y ni decir tiene que el mismo agobio me impide correr. Se me ha quitado las ganas de un plumazo. ¡Con lo bien que iba el día...!
Va oscureciendo y sigue cayendo agua, aunque ahora más suave. Empiezan a pasar varios coches, voy por la N-630, y sin pensármelo mucho decido comenzar a hacer autostop. Es la primera vez que lo hago, pero si quiero llegar al albergue no me queda otra que intentar que alguien me lleve a Aldea del Cano.
Por supuesto que los coches pasan a gran velocidad y pasan totalmente de mí. Voy mojada, congelada, y debo llevar una pinta con el chubasquero de lo más "chic".
Rezo para que alguien pare, pues llevo mucho frío. Por fin Dios me manda al ángel del día y se para un chico con su ranchera. Cruzo la carretera ya más contenta y dando gracias por haberse parado un alma caritativa, me ha costado pero lo he conseguido.
A los 10 minutos llegamos a Aldea y ya puedo decir que descanso de la jornada. Ha sido dura, pero ya estoy tranquila.
Una vez que llego al albergue, me ducho y me siento en el salón a comer algo.
En el albergue hay una pareja de franceses, un italiano, dos de Tarragona y cuatro hombres más que no sé de donde son pues no hablo con ellos mucho.
El italiano me pregunta que tal la etapa y empezamos a hablar en italiano. Le comento que el próximo jueves tengo un examen y me dice que hable en italiano para así estudiar. Él me va corrigiendo mis fallos,(que son muchos). Me dice que hablo bien. ¡Qué suerte!
Ellos llevan en el albergue desde las 3. Hay un buien ambiente. La mayoría vienen desde Sevilla. Los de Tarragona por ejemplo, llegarán a Santiago en 33 días.
La jornada ha sido larga y dura para todos y nos acostamos prontito.
He aquí una foto con los peregrinos de Tarragona, al día siguiente cuando nos despedimos.

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